Fundación Valentín de Madariaga

8/3/12

LA ENTREVISTA DEL MES DE MARZO: SEMA D'ACOSTA

Continuando con nuestra sección de entrevistas, para este mes de marzo tenemos el honor de contar con uno de los colaboradores más activos últimamente en la Fundación. Sema D'Acosta es docente del Curso de Comisariado de la Fundación, comisario de la exposición "Mundos Propios" que actualmente se encuentra en nuestra sede y coordinador de la Guía de Fotografía Andaluza que en breve saldrá a la luz. Además de su profesionalidad y buen hacer, las buenas relaciones establecidas con la Fundación nos hacen pensar en un futuro largo de colaboraciones.
Lo hemos invitado este mes a responder algunas preguntas a lo que él ha accedido amablemente, como no podía ser de otra manera. Os animamos a conocerlo!


FVM: ¿Cómo es el trabajo de un comisario?
SD: El concepto comisariado es un término escurridizo que conlleva controversia. Las cosas no están claras cuando nos referimos a él y sus significados. Muchos  piensan que el que organiza una exposición es ya un comisario…y eso es un error grave. Por desgracia, cada vez se confunde más la labor crítica y reflexiva que implica el desarrollo de un proyecto de este tipo con meras cuestiones de gestión e intendencia. Elegir varias piezas y colocarlas en un espacio determinado no es un comisariado.  Un comisariado es mucho más y requiere un sesgo intelectual (el más importante y el que justifica ese proyecto) que resulta imprescindible. Cuando alguien organiza una muestra debe entender que lo fundamental es aportar algo nuevo que antes no existía. Debe descubrir algo (incluso al propio artista), que antes desconocía. Si se cumple este objetivo, la exposición es un logro. Si el proyecto no aporta nada nuevo, no tiene sentido. Muchos gestores culturales piensan que realizan funciones de comisario por el mero hecho de trabajar con obras de arte que distribuyen en un espacio con cierto tino. No se dan cuenta que al carecer de argumentos que cohesionen lo que plantean aquello no es más que una selección arbitraria de obras dispersas. Comisariar es un trabajo riguroso que requiere capacidad de abstracción, dominio del espacio y talante organizativo; una labor extensa que implica la posesión de conocimientos artísticos especializados y dominio del contexto, además de actitudes pedagógicas y comunicativas. El buen comisario debe hacer pensar al público y descubrirle aspectos nuevos, lugares desconocidos. El arte es un espacio para la reflexión, una plataforma generadora de pensamientos e ideas.
Lo habitual en España, que hay poca tradición al respecto, es que alguien sea comisario y crítico de arte a la vez. Eso también es complicado de sobrellevar porque se mezclan figuras que juzgan y son juzgadas al mismo tiempo, creándose una red de intereses que es compleja de evitar y en muchos casos incluso perniciosa. Es otros países como Estados Unidos eso está muy diferenciado, pero aquí todo el mundo quiere hacer de todo (hay artistas comisarios, galeristas, gestores culturales…..) Yo sólo conozco una crítica de arte a la que admiro mucho, Elena Vozmediano, que expresamente ha decidido por coherencia profesional no dedicarse al comisariado. Su actitud es sencillamente ejemplar.

FVM:¿Combinas  este trabajo “independiente” con alguna otra ocupación digamos, más “estable”?
SD: Sí, tengo mi plaza de profesor de Imagen y Sonido en el IES Néstor Almendros de Tomares, donde imparto clases de Realización, Producción, Montaje y Lenguaje Audiovisual. Empecé a dar clases hace ya más de una década y es algo que me encanta. He sido interino durante muchos años, por eso conozco Andalucía en profundidad. He vivido en Almería, Córdoba, Jaén, Huelva...Ahora tengo mi plaza en Sevilla, y eso me da estabilidad para enfrentarme sin ansiedad ni necesidad a los retos que afronto. De hecho, esta posición de independencia hace que no me decante por simples móviles económicos, sino por otros más interesantes y motivadores. Con eso no quiero decir que no cobre, aunque más veces de las que se piensa no lo hago, sino que valoro los proyectos sobre todo por su aportación personal. Lo importante no es el dinero que se gana, que al principio no es mucho, sino el saber que se hacen proyectos que te sirven para progresar.
 Para mí el comisariado no es un trabajo exactamente, es un modo de participar de lo que me rodea y construir experiencias personales de repercusión pública y regocijo personal. No es sencillo de explicar, me alienta la capacidad de conocer, de abrir nuevos horizontes…. Es muy probable que mis decisiones en este sentido estén condicionadas porque soy funcionario, un cargo que me permite tener las espaldas cubiertas y volcarme realmente en lo que me merece la pena.

FVM: ¿Cuál es tu formación? Mucha gente se preguntará: ¿qué se estudia para ser comisario? ¿Cómo se aprende a trabajar en este mundo? ¿Crees que la formación específica en el ámbito del comisariado y la gestión cultural es importante para todo aquél que decida embarcarse en proyectos de este tipo?
SD: Estudié Periodismo e Historia del Arte, pero en la universidad realmente no me enseñaron prácticamente nada de lo que hoy me sirve para desarrollar un proyecto expositivo. Aprendí muchísimo, pero a nivel teórico. A nivel práctico, digamos que soy autodidacta. Cuando me di cuenta, sabía mucho más de lo que pensaba porque cuando iba a ver las exposiciones me fijaba en todo, desde cómo colocaban las piezas hasta las luces, desde la distribución de las obras y cómo se relacionaban unas con otras hasta las hojas de sala. Lo importante creo que ha sido escuchar a gente que tenía experiencia en arte contemporáneo y fijarme en cómo hacían las cosas. Yo tengo la suerte de haber recibido el maestrazgo de Ignacio Tovar, que es la persona que de verdad me indicó el camino a seguir.

FVM: ¿Cómo se consigue llegar a la gente, las instituciones, los artistas… y poder meterse de lleno en este complicado mundo?
SD: Sinceramente, no tengo ni idea de cómo se hace. Me imagino que como en cualquier parcela profesional, hay poco de premeditación y mucho de preparación y dedicación. No hay fórmulas mágicas y así debe ser, yo no tengo ninguna clave más allá del esfuerzo, la convicción, la ilusión, el tesón, la honradez y el trabajo. Y lo digo de verdad. Provengo de una familia humilde de Gerena, un pueblo cercano a Sevilla. Me he criado en un ambiente absolutamente ajeno al arte y sus cenáculos. Mi padre trabajaba en el campo y mi madre es ama de casa, lo único que pudieron ofrecernos a mis hermanos y a mí fue la oportunidad de estudiar. Mis padres me dieron principios y educación, que son los que pilares por los que me rijo.
Durante la carrera yo me he pagado los estudios cogiendo aceitunas durante el verdeo, en otoño, justo al comenzar el curso.  Esa parte también ha sido importante; empezar desde abajo y desde un ángulo absolutamente distinto a los habituales te da perspectiva, te permite controlar más registros y sirve para adquirir códigos que luego ayudan a entender el mundo. Lo fundamental de cualquier trabajo son las personas; comprenderlas te hace mejor porque creces sabiendo cómo son los demás. Empezar desde cero también te permite valorar que todo lo que has conseguido lo has hecho por ti mismo. Nadie de mi alrededor se ha dedicado a nada relacionado con la cultura, desde pequeño me he guiado por las ganas de aprender y descubrir. He ascendido con humildad, con esfuerzo, acumulando pequeñas certidumbres poco a poco con el único convencimiento de perseverar en lo que me gusta…Y sobre todo fijándome en las personas que de verdad tienen algo que aportar. Quizás esa es la clave: saber distinguir lo auténtico de lo superfluo, lo trascendente de lo irrelevante.

FVM: ¿Cuál o cuáles han sido las satisfacciones más destacadas que has vivido como comisario?
SD: Conseguir materializar ideas propias y que encima tengan repercusión pública. Eso es algo impagable. Pensar un proyecto, gestarlo y llevarlo a cabo es la sensación más maravillosa del mundo. Como comisario inventas de la nada un discurso expositivo que a los demás les hace pensar sobre la realidad o su propia experiencia. Esa precisamente es la verdadera labor curatorial, despertar reflexiones en los demás. Por ejemplo: creo que con Mundos Propios he hecho pensar a mucha gente sobre la fotografía de hoy en Andalucía, dándoles un marco de acción para entender los significados de la imagen en nuestros días.
Escribir crítica de arte también me parece algo fantástico, quizás es algo que soñaba de pequeño de alguna u otra manera y por eso estudié Periodismo e Historia del Arte. Todos tenemos opiniones sobre las exposiciones que vemos, pero pocos tienen la fortuna de poder dejar por escrito lo que piensan sobre el arte de su tiempo. Ahora bien, eso requiere un esfuerzo mayúsculo y muchos más sacrificios de lo que se piensa. El ritmo de las exposiciones que se suceden hoy en día es atroz, cada semana se inauguran decenas de ellas en todos sitios. Hay que viajar mucho al extranjero y por supuesto por toda España, no hay otra manera si quieres ser un crítico con conocimiento verdadero de la realidad del arte que nos ha tocado vivir y las cosas que ocurren en nuestro tiempo. Por profesionalidad, tienes que ver todas las que puedas sabiendo distinguir el polvo de la paja.  De todos modos, me gusta tanto lo que hago, que no me cuesta. Incluso añadiría que ese ritmo alto de exigencia me motiva. Repito, soy un privilegiado y lo disfruto cada día.

FVM: ¿Cómo te ves dentro de diez años respecto a tu trabajo en el mundo del arte?
SD: Con las mismas ganas e ilusión por aprender e intentar transmitir a los demás todo lo que disfruto, que es muchísimo. Quisiera dedicarme a esto toda mi vida, pero no es algo que me obsesione ni me preocupe especialmente. Si mañana tengo que dejarlo todo porque hay otro asunto que me seduce más, no tendré ningún problema en salirme y dar el relevo a otros. Me iré, pero seguiré escribiendo, leyendo y viendo exposiciones a otro ritmo y de otra manera. No me gusta figurar, ni estar por estar, ni hacer por hacer. Lo mejor de mi situación es que me permite observar a mi alrededor desde una atalaya magnífica conseguida con tesón, sentido común y responsabilidad, por eso no quiero desarrollar proyectos a cualquier precio ni de cualquier manera, quiero mantener siempre la sensación de plenitud, honradez, independencia y goce vital. No me preocupa dónde llegar ni qué metas alcanzar, sino disfrutar del camino sin perder la energía ni la curiosidad. Quiero crecer, y para eso siempre me exijo un poquito más, sin prisas ni pausas, sólo un poquito más cada vez, queriendo hacerlo mejor a cada intento... El día que me canse, lo dejo sin resquemor ni dolor. Al contrario, me iré donde tenga que ir con la sonrisa puesta y agradecido por todo lo recibido, que hasta ahora ha sido mucho.

FVM: Si tuvieras que hacer un análisis breve y conciso del panorama cultural actual tanto a nivel local como extrapolándolo más allá de Sevilla…
SD: Por desgracia, constatamos a diario en los medios de comunicación que la crisis afecta muchísimo al mundo de la cultura, una incidencia que es aun más pronunciada en arte contemporáneo. Los recortes están muy por encima de las peores previsiones de hace un par de años. Todo es reducir, reducir, reducir… Se cierran centros, se destituyen directores, se congelan programaciones, se minimizan presupuestos.....El panorama es realmente desalentador porque a los responsables políticos la cultura les interesa en última instancia y sólo dependiendo de algunos factores. De todos modos, yo soy de los que piensan que no todo es negativo cuando hay que apretarse el cinturón. Por dos motivos: primero, se agudiza el ingenio (en tiempos dificultosos han nacido algunas de las etapas más interesantes del arte mundial); y segundo, se produce una selección necesaria. Así, los que tienen menos que aportar, los que no tienen suficiente calidad o los que han aumentado su currículum con proyectos inviables, sencillamente dejan de trabajar. Los que han tirado del dinero público y se han acostumbrado a poner la mano y exigir... se descuelgan porque realmente han vivido de la subvención y de la sopa boba. En una entrevista reciente realizada a Philippe Starck, el diseñador más famoso del mundo, venía a decir que los periodos de crisis son realmente las mejores épocas creativas. Ahí es donde se distingue con claridad a los que aportan y trabajan con imaginación de los mediocres y pedigüeños.
FVM: ¿Cómo es la relación con otros profesionales de la cultura y en especial con los artistas?
SD: Mi relación con los artistas es excepcional. En casi todas las ocasiones, lo mejor de trabajar en esto son los artistas. Sin sus obras, sin su trabajo, a mí no me interesaría seguir aquí. Ser artista es algo profundo. Es una responsabilidad que hay que saber llevar, un modo de estar en la vida. Conversar con los verdaderos artistas es aprender a entender las cosas que nos suceden. Yo empecé por ahí y todavía es lo que más me pierde. Charlar con Ignacio Tovar, Pepe Soto, Gerardo Delgado, Luis Gordillo, Chema Cobo, Pierre Gonnord o Gonzalo Puch es una experiencia impagable por la que merece la pena dedicarse a esto. Sencillamente, es tener la oportunidad de conocer desde dentro y muy cerquita gente que de verdad sabe y puede enseñarte a mirar con actitud el mundo que nos rodea.
Con los demás, galeristas, críticos, comisarios, periodistas, técnicos, gestores culturales, directores de museos…tengo una relación inmejorable. No pongo ninguna pega porque me dan mi sitio y me tratan con profesionalidad, una sensación que es recíproca en todos los casos. Entiendo que todo el mundo hace su trabajo lo mejor que puede, por eso respeto sobremanera la labor de los demás e intento apoyarles en lo posible desde mi posición. Con algunos tengo mucha confianza y con otros no tengo apenas trato, la horquilla es amplia. Vamos, lo normal de cualquier gremio donde la gente más o menos se conoce. De todos modos tengo que decir que en general, me siento afortunado de poder participar de algo que me apasiona y me descubre siempre cosas nuevas. Quizás, por mencionar a un comisario importante en mis inicios, destacaría a Paco del Río, una persona con la que he tenido una relación especial; además de por su apuesta apasionada por los artistas jóvenes, por el apoyo que me mostró y demostró desde que nos conocimos. Paco ha sido una figura clave en el arte contemporáneo de Andalucía de la última década, de las personas más lúcidas y conscientes de la realidad. Era de los pocos que se esforzaba en lo sustancial y evitaba lo superficial. Sus exposiciones más que simples muestras eran proyectos en el amplio sentido del término. Paco pensaba en perspectiva a medio y largo plazo, invirtiendo en apuestas de largo recorrido que daban frutos con los años y no réditos fáciles o de corta duración. Por poner un ejemplo, él apostó antes que nadie por la fotografía de Dionisio González, Juan del Junco, Carlos Aires, Miguel Ángel Tornero o José Guerrero, jóvenes autores que apenas estaban comenzando y eran poco conocidos o incluso desconocidos. Ése es el camino, prever con conocimiento y criterio… Por eso Paco es -y seguirá siendo siempre-, un ejemplo para la gente nueva que nos incorporamos al arte contemporáneo.

FVM: Hablando un poco de tu relación con la Fundación Valentín de Madariaga, ¿podrías contarnos un poco cómo ha sido la experiencia en tu paso por aquí?
SD: Ha sido una experiencia magnífica -tanto en lo docente como en lo curatorial- que me ha hecho ser mejor y aprender mucho. No puedo decir otra cosa y sólo puedo tener hacia ellos palabras de gratitud. Estoy sumamente agradecido a la Fundación Valentín de Madariaga por la oportunidad que me ha brindado de poder desarrollar este amplio proyecto diversificado en tres líneas principales: un curso sobre comisariado, una exposición (de cierto riesgo) y una guía sobre fotografía andaluza. Me han dado toda la cobertura posible sin poner inconvenientes, respetando mis decisiones y mi criterio desde el primer día hasta el último. Las expectativas eran altas por ambas partes, pero creo que se han cumplido los objetivos y por eso espero seguir colaborando con ellos en sucesivas fechas. En todo caso, hay que añadir que todo me resultó muy fácil porque su personal es magnífico en lo humano y lo profesional, así que desde el principio hubo sintonía y las sinergias se potenciaron mutuamente.
Me gustaría también agradecer a los treinta alumnos del curso de comisariado su disposición y talante. Ha sido un grupo tan bueno que yo he aprendido tanto de ellos como supongo ha sido a la inversa. En el aula había profesionales contrastados (diseñadores, comisarios, arquitectos, profesores de universidad, montadores, transportistas, artistas….) que han logrado subir mucho el nivel de las clases. Yo sólo les he transmitido entusiasmo y ganas de conocer, ellos me han dado a mí razones para seguir enseñando y motivos para hacer otros cursos e implicar a otras personas. Se han comprometido tanto o más que yo con la exposición y han disfrutado tanto o más que yo con la exposición y el trabajo. Ésa es mi recompensa verdadera, conseguir que la gente además de aprender… disfrute del arte contemporáneo.

FVM: ¿Podrías comentarnos futuros proyectos que tengas en mente e incluso en marcha?
SD: Por suerte, los últimos tiempos están siendo intensos para mí y aún tengo todavía muchas cosas pendientes para este año, el próximo e incluso más allá. En arte contemporáneo, como no puede ser de otro modo, se trabaja con mucha antelación. Aunque no me gusta hablar de los proyectos futuros, sí puedo decir que tengo abierto varios frentes en los que estoy inmerso. Algunos están más avanzados y otros cambiarán o se modificarán, a lo mejor alguno se cae y llega otro nuevo…pero en general no me puedo quejar de los requerimientos que recibo, que habitualmente son más de los que asumo. Prefiero no hacer muchas cosas y centrarme sólo en las que realmente disfruto y me ayudan a crecer. Entiendo que el camino es largo y que la clave está en aprender sin perder la ilusión, el entusiasmo ni las ganas de seguir haciendo. Yo tengo la suerte de poder aprender al mismo tiempo que trabajo, y eso me motiva. Sé, y soy muy consciente, que los tiempos están difíciles, por eso me alegra más si cabe constatar que hay instituciones públicas y privadas que creen en mí y en mi modo de hacer las cosas, señal de que lo que he realizado hasta ahora ha convencido a aquellos que confiaron en mí.
A nivel editorial estoy terminando de escribir una monografía sobre el trabajo de Aaron Lloyd, un texto para la próxima exposición de Luis Gordillo en el CAC Málaga y espero publicar antes de acabar 2012 un libro sobre The Richard Channin Foundation, además de ser el editor de una Guía sobre la fotografía andaluza actual que verá la luz en próximas fechas. Con respecto al comisariado, mi próxima exposición será a principios de verano en La Naval, Cartagena (Murcia), uno de los espacios más singulares y con más encanto de nuestro país. También estoy embarcado en un par de proyectos con el Ayuntamiento de Sevilla, uno en colaboración con la Comunidad de Madrid. De igual modo, y eso me hace mucha ilusión, este año me he incorporado al Comité Técnico de Estampa Arte Múltiple, donde soy responsable general de todo lo concerniente a fotografía, que será en la próxima edición la gran apuesta de la feria. En esa misma línea, en mayo y septiembre dirigiré unas jornadas sobre el presente y el futuro de la fotografía en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Aunque aun está por definir, he apalabrado también un comisariado internacional con la Fundación Mario Maya y el Instituto Cervantes que debemos concretar en próximas fechas. Por ahí tengo alguna cosilla más que no quiero desvelar hasta que se concrete de manera definitiva….

FVM: Conociendo tu trayectoria se observa que has trabajado mucho con la fotografía y que la mayoría de tus proyectos comisariados se vinculan a esta disciplina…
SD: Eso es cierto, pero no porque me interese más que otras facetas de la creación, sino porque es el medio que mejor responde a nuestro tiempo, deudor en gran parte de los desproporcionados avances tecnológicos que hemos vivido en las dos últimas décadas. La versatilidad y capacidad rizomática de la fotografía la convierten en un género expansivo y en continuo crecimiento. Me interesa su vivacidad, su canibalismo, su inasible condición indefinible, su mutabilidad orgánica, su popular uso y masificación, su fácil interpretación, su instantaneidad comunicativa, su infinita capacidad de reproducción…..Ahora bien, eso no es óbice para que me vuelque con otras expresiones como la pintura, cuya esencia, al contrario que la fotografía, ha permanecido prácticamente inmutable en el último medio siglo. En pintura se avanza menos porque no se trata de descubrir nuevas sendas arropadas en elementos externos como la tecnología, sino de profundizar en sus conceptos hasta descollarlos. Después de autores como Picasso, Rothko, Robert Ryman, Cy Twombly, Sigmar Polke o Gerhard Richter, poco más se puede decir en los significados propios de la pintura como lenguaje. Otra cosa es su expansión hacia otros terrenos que le son propios como la materia, caso de Tàpies, o lo tridimensional, caso de Robert Rauschenberg. Hoy cambian las condiciones y las circunstancias de los pintores, que aportan con su gesto nuevas vibraciones y nuevos misterios, pero la esencia del lenguaje sigue estando ahí, inalterable.

En el fondo, el medio me da bastante igual, lo que realmente me interesa es el uso que el artista hace de él. Me fascinan por ejemplo los precoces trabajos fotográficos de David Hockney o Luis Gordillo, pintores que a través de la experimentación y el desprejuicio logran reinventarse cada día y hacer crecer su obra, desprenderse de lo acomodaticio para trascender arriesgando, que es el único modo verdadero de trascender. No me gustan las valoraciones taxativas ni los purismos, el mundo camina por suerte hacia la mezcla, hacia la diversidad, y eso nos enriquece sencillamente porque nos hace más comprensibles y respetuosos con lo ajeno. Entendiendo esto, comprenderemos muchos de los designios del arte venidero, que cada vez estará menos seccionado y participará de mayores características comunes.

1 comentarios:

Con un comisario como Sema D´Acosta es lógico que cualquier evento relacionado con el arte contemporáneo tenga esa impronta de innovación y singularidad.
Algo que, por otra parte, es lo que necesita Sevilla en aras a una renovación cultural.
¡Ánimo, que sigan exposiciones de este tipo!
Victoria

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