En
la entrada de esta semana de nuestro blog, hemos querido incluir un artículo
muy interesante realizado por Miguel Ángel Pacheco, docente del MASTER EN INTELIGENCIA EMOCIONAL APLICADO AL MARKETING que ofertamos desde nuestra Escuela de
Negocios, IBS Spain.
Justo
antes de iniciar estas líneas estaba leyendo un interesante artículo sobre el
fenómeno mediático “pequeño Nicolás” en el que se comenta sobre la marca
personal del personaje.
Así
que aprovecho para de nuevo convertirme en el Sísifo que sube la roca de la
moralidad del Marketing por la ladera de la montaña del uso común del lenguaje.
Es curioso como las personas que nos dedicamos a esto debemos a veces luchar
contra los conceptos “publicidad engañosa” o la denostada frase “eso es un
producto de Marketing” con la que la gente se suele referir a algo sin
fundamento.
Y
es que el Marketing tiene su propia ética. No una moral basada en los conceptos
judeocristianos que nos acompañan a los que estudiamos en colegios de curas,
sino una basada en la utilidad y el sentido común, que al fin y al cabo es lo
que rige todas las disciplinas que tienen que ver con la empresa: Resulta que si
publicitamos lo que realmente no es, al final tendremos a unos usuarios que se
sentirán engañados. Es decir, perderemos a nuestros clientes. En incluso
les ofenderemos, por lo que el resultado será inverso al deseado. En mis
charlas en IBS Spain siempre digo: Solo hay que tomar un poco de tiempo para
pensar, buscar las buenas (=útiles) cualidades de nuestro producto, y enfatizar
sobre ellas. Hemos aprendido que en la vida siempre hay un yin y un yang, por
lo que es previsible que haya cualidades no tan beneficiosas. Pero que seamos
conscientes de que existen no significa que podamos darles la vuelta y
convertirlas en lo que no son. No insistamos.
En
este momento el pequeño Nicolás, como hemos visto anteriormente en otros casos
de famosos momentáneos (¿Cuantas temporadas de GH van ya?), está en la cresta
de la ola mediática, y utiliza a los medios para su propio encumbramiento. Y,
seamos positivos, de paso nos descubre a los demás lo fácil que es ingresar y
relacionarse personalmente con lo que mal llamamos “las altas esferas”.
Ciertamente
el personaje en cuestión tenía una marca personal clara (“soy un buen
relaciones públicas y consigo cosas”) que utilizó y llevó a la práctica. Con
buen resultado. Pero momentáneo.
Y
aquí llega el quid: No sólo se trata de tener una buena marca, sino también un
buen producto. Brand essence. Como he comentado ut supra, el buen
producto es el que soluciona la necesidad del cliente. Si Fran, como el
prefiere que se le llame, se hubiese quedado con lo que hacía bien, habría sido
el mejor Relaciones Públicas que hubiera podido tener nadie en el gobierno, y
seguro que habría podido hacer una gran carrera de ello. ¿De veras cree alguien
a estas alturas de la película que no conocía a todos los desmentidores que le
están saliendo? El problema surgió cuando quiso jugar a vender un producto que
no tenía una base sólida. Y encima se rió de su crédula y ahora despechada
clientela.

¡Vaya,
ya estoy con mi charla sobre Self Branding otra vez!
Miguel Ángel Pacheco
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