Continuando con nuestra sección de entrevistas, para este mes de marzo tenemos el honor de contar con uno de los colaboradores más activos últimamente en la Fundación.
Sema D'Acosta es docente del Curso de Comisariado de la Fundación, comisario de la exposición "Mundos Propios" que actualmente se encuentra en nuestra sede y coordinador de la Guía de Fotografía Andaluza que en breve saldrá a la luz. Además de su profesionalidad y buen hacer, las buenas relaciones establecidas con la Fundación nos hacen pensar en un futuro largo de colaboraciones.
Lo hemos invitado este mes a responder algunas preguntas a lo que él ha accedido amablemente, como no podía ser de otra manera. Os animamos a conocerlo!
FVM: ¿Cómo es el trabajo de un comisario?
SD: El concepto comisariado es un término
escurridizo que conlleva controversia. Las cosas no están claras cuando nos
referimos a él y sus significados. Muchos piensan que el que organiza una exposición es
ya un comisario…y eso es un error grave. Por desgracia, cada vez se confunde
más la labor crítica y reflexiva que implica el desarrollo de un proyecto de
este tipo con meras cuestiones de gestión e intendencia. Elegir varias piezas y
colocarlas en un espacio determinado no es un comisariado. Un comisariado es mucho más y requiere un
sesgo intelectual (el más importante y el que justifica ese proyecto) que
resulta imprescindible. Cuando alguien organiza una muestra debe entender que
lo fundamental es aportar algo nuevo que antes no existía. Debe descubrir algo
(incluso al propio artista), que antes desconocía. Si se cumple este objetivo,
la exposición es un logro. Si el proyecto no aporta nada nuevo, no tiene
sentido. Muchos gestores culturales piensan que realizan funciones de comisario
por el mero hecho de trabajar con obras de arte que distribuyen en un espacio
con cierto tino. No se dan cuenta que al carecer de argumentos que cohesionen
lo que plantean aquello no es más que una selección arbitraria de obras
dispersas. Comisariar es un trabajo riguroso que requiere capacidad de
abstracción, dominio del espacio y talante organizativo; una labor extensa que
implica la posesión de conocimientos artísticos especializados y dominio del
contexto, además de actitudes pedagógicas y comunicativas. El buen comisario debe
hacer pensar al público y descubrirle aspectos nuevos, lugares desconocidos. El
arte es un espacio para la reflexión, una plataforma generadora de pensamientos
e ideas.
Lo habitual en España, que hay
poca tradición al respecto, es que alguien sea comisario y crítico de arte a la
vez. Eso también es complicado de sobrellevar porque se mezclan figuras que
juzgan y son juzgadas al mismo tiempo, creándose una red de intereses que es
compleja de evitar y en muchos casos incluso perniciosa. Es otros países como
Estados Unidos eso está muy diferenciado, pero aquí todo el mundo quiere hacer
de todo (hay artistas comisarios, galeristas, gestores culturales…..) Yo sólo
conozco una crítica de arte a la que admiro mucho, Elena Vozmediano, que
expresamente ha decidido por coherencia profesional no dedicarse al
comisariado. Su actitud es sencillamente ejemplar.
FVM:¿Combinas este trabajo “independiente” con alguna otra
ocupación digamos, más “estable”?
SD: Sí, tengo mi plaza de profesor de Imagen y Sonido en el
IES Néstor Almendros de Tomares, donde imparto clases de Realización,
Producción, Montaje y Lenguaje Audiovisual. Empecé a dar clases hace ya más de
una década y es algo que me encanta. He sido interino durante muchos años, por
eso conozco Andalucía en profundidad. He vivido en Almería, Córdoba, Jaén,
Huelva...Ahora tengo mi plaza en Sevilla, y eso me da estabilidad para
enfrentarme sin ansiedad ni necesidad a los retos que afronto. De hecho, esta
posición de independencia hace que no me decante por simples móviles
económicos, sino por otros más interesantes y motivadores. Con eso no quiero
decir que no cobre, aunque más veces de las que se piensa no lo hago, sino que
valoro los proyectos sobre todo por su aportación personal. Lo importante no es
el dinero que se gana, que al principio no es mucho, sino el saber que se hacen
proyectos que te sirven para progresar.
Para mí el comisariado no es un trabajo exactamente, es un
modo de participar de lo que me rodea y construir experiencias personales de
repercusión pública y regocijo personal. No es sencillo de explicar, me alienta
la capacidad de conocer, de abrir nuevos horizontes…. Es muy probable que mis
decisiones en este sentido estén condicionadas porque soy funcionario, un cargo
que me permite tener las espaldas cubiertas y volcarme realmente en lo que me
merece la pena.
FVM: ¿Cuál es tu formación? Mucha gente se preguntará: ¿qué se estudia para
ser comisario? ¿Cómo se aprende a trabajar en este mundo? ¿Crees que la formación específica en el
ámbito del comisariado y la gestión cultural es importante para todo aquél que
decida embarcarse en proyectos de este tipo?
SD: Estudié Periodismo e Historia del Arte, pero en la universidad
realmente no me enseñaron prácticamente nada de lo que hoy me sirve para desarrollar
un proyecto expositivo. Aprendí muchísimo, pero a nivel teórico. A nivel
práctico, digamos que soy autodidacta. Cuando me di cuenta, sabía mucho más de
lo que pensaba porque cuando iba a ver las exposiciones me fijaba en todo,
desde cómo colocaban las piezas hasta las luces, desde la distribución de las
obras y cómo se relacionaban unas con otras hasta las hojas de sala. Lo
importante creo que ha sido escuchar a gente que tenía experiencia en arte
contemporáneo y fijarme en cómo hacían las cosas. Yo tengo la suerte de haber
recibido el maestrazgo de Ignacio Tovar, que es la persona que de verdad me
indicó el camino a seguir.
FVM: ¿Cómo se consigue llegar a la
gente, las instituciones, los artistas… y poder meterse de lleno en este
complicado mundo?
SD: Sinceramente, no tengo ni idea de cómo se hace. Me imagino que como en
cualquier parcela profesional, hay poco de premeditación y mucho de preparación
y dedicación. No hay fórmulas mágicas y así debe ser, yo no tengo ninguna clave
más allá del esfuerzo, la convicción, la ilusión, el tesón, la honradez y el
trabajo. Y lo digo de verdad. Provengo de una familia humilde de Gerena, un
pueblo cercano a Sevilla. Me he criado en un ambiente absolutamente ajeno al
arte y sus cenáculos. Mi padre trabajaba en el campo y mi madre es ama de casa,
lo único que pudieron ofrecernos a mis hermanos y a mí fue la oportunidad de
estudiar. Mis padres me dieron principios y educación, que son los que pilares
por los que me rijo.
Durante la carrera yo me he pagado los estudios cogiendo
aceitunas durante el verdeo, en otoño, justo al comenzar el curso. Esa parte también ha sido importante; empezar
desde abajo y desde un ángulo absolutamente distinto a los habituales te da
perspectiva, te permite controlar más registros y sirve para adquirir códigos
que luego ayudan a entender el mundo. Lo fundamental de cualquier trabajo son
las personas; comprenderlas te hace mejor porque creces sabiendo cómo son los
demás. Empezar desde cero también te permite valorar que todo lo que has
conseguido lo has hecho por ti mismo. Nadie de mi alrededor se ha dedicado a
nada relacionado con la cultura, desde pequeño me he guiado por las ganas de
aprender y descubrir. He ascendido con humildad, con esfuerzo, acumulando
pequeñas certidumbres poco a poco con el único convencimiento de perseverar en
lo que me gusta…Y sobre todo fijándome en las personas que de verdad tienen
algo que aportar. Quizás esa es la clave: saber distinguir lo auténtico de lo
superfluo, lo trascendente de lo irrelevante.
FVM: ¿Cuál
o cuáles han sido las satisfacciones más destacadas que has vivido como
comisario?
SD: Conseguir
materializar ideas propias y que encima tengan repercusión pública. Eso es algo
impagable. Pensar un proyecto, gestarlo y llevarlo a cabo es la sensación más maravillosa
del mundo. Como comisario inventas de la nada un discurso expositivo que a los
demás les hace pensar sobre la realidad o su propia experiencia. Esa
precisamente es la verdadera labor curatorial, despertar reflexiones en los
demás. Por ejemplo: creo que con Mundos Propios he hecho pensar a mucha
gente sobre la fotografía de hoy en Andalucía, dándoles un marco de acción para
entender los significados de la imagen en nuestros días.
Escribir
crítica de arte también me parece algo fantástico, quizás es algo que soñaba de
pequeño de alguna u otra manera y por eso estudié Periodismo e Historia del
Arte. Todos tenemos opiniones sobre las exposiciones que vemos, pero pocos
tienen la fortuna de poder dejar por escrito lo que piensan sobre el arte de su
tiempo. Ahora bien, eso requiere un esfuerzo mayúsculo y muchos más sacrificios
de lo que se piensa. El ritmo de las exposiciones que
se suceden hoy en día es atroz, cada semana se inauguran decenas de ellas en
todos sitios. Hay que viajar mucho al extranjero y por supuesto por toda
España, no hay otra manera si quieres ser un crítico con conocimiento verdadero
de la realidad del arte que nos ha tocado vivir y las cosas que ocurren en
nuestro tiempo. Por profesionalidad, tienes que ver todas las que puedas sabiendo
distinguir el polvo de la paja. De todos
modos, me gusta tanto lo que hago, que no me cuesta. Incluso añadiría que ese
ritmo alto de exigencia me motiva. Repito, soy un privilegiado y lo disfruto
cada día.
FVM: ¿Cómo te ves dentro de diez
años respecto a tu trabajo en el mundo del arte?
SD: Con las mismas ganas e ilusión por aprender e intentar transmitir a los
demás todo lo que disfruto, que es muchísimo. Quisiera dedicarme a esto toda mi
vida, pero no es algo que me obsesione ni me preocupe especialmente. Si mañana
tengo que dejarlo todo porque hay otro asunto que me seduce más, no tendré
ningún problema en salirme y dar el relevo a otros. Me iré, pero seguiré
escribiendo, leyendo y viendo exposiciones a otro ritmo y de otra manera. No me
gusta figurar, ni estar por estar, ni hacer por hacer. Lo mejor de mi situación
es que me permite observar a mi alrededor desde una atalaya magnífica
conseguida con tesón, sentido común y responsabilidad, por eso no quiero
desarrollar proyectos a cualquier precio ni de cualquier manera, quiero
mantener siempre la sensación de plenitud, honradez, independencia y goce
vital. No me preocupa dónde
llegar ni qué metas alcanzar, sino disfrutar del camino sin perder la energía
ni la curiosidad. Quiero crecer, y para eso siempre me exijo un poquito más,
sin prisas ni pausas, sólo un poquito más cada vez, queriendo hacerlo mejor a
cada intento... El día que me canse, lo dejo sin resquemor ni dolor. Al
contrario, me iré donde tenga que ir con la sonrisa puesta y agradecido por
todo lo recibido, que hasta ahora ha sido mucho.
FVM: Si
tuvieras que hacer un análisis breve y conciso del panorama cultural actual
tanto a nivel local como extrapolándolo más allá de Sevilla…
SD: Por
desgracia, constatamos a diario en los medios de comunicación que la crisis
afecta muchísimo al mundo de la cultura, una incidencia que es aun más
pronunciada en arte contemporáneo. Los recortes están muy por encima de las
peores previsiones de hace un par de años. Todo es reducir, reducir, reducir… Se
cierran centros, se destituyen directores, se congelan programaciones, se
minimizan presupuestos.....El panorama es realmente desalentador porque a los
responsables políticos la cultura les interesa en última instancia y sólo dependiendo
de algunos factores. De todos modos, yo soy de los que piensan que no todo es
negativo cuando hay que apretarse el cinturón. Por dos motivos: primero, se
agudiza el ingenio (en tiempos dificultosos han nacido algunas de las etapas
más interesantes del arte mundial); y segundo, se produce una selección
necesaria. Así, los que tienen menos que aportar, los que no tienen suficiente
calidad o los que han aumentado su currículum con proyectos inviables,
sencillamente dejan de trabajar. Los que han tirado del dinero público y se han
acostumbrado a poner la mano y exigir... se descuelgan porque realmente han
vivido de la subvención y de la sopa boba. En una entrevista reciente realizada
a Philippe Starck, el diseñador más famoso del mundo, venía a decir que los
periodos de crisis son realmente las mejores épocas creativas. Ahí es donde se
distingue con claridad a los que aportan y trabajan con imaginación de los
mediocres y pedigüeños.
FVM: ¿Cómo es la relación con
otros profesionales de la cultura y en especial con los artistas?
SD: Mi relación con los artistas es excepcional. En casi todas las ocasiones,
lo mejor de trabajar en esto son los artistas. Sin sus obras, sin su trabajo, a
mí no me interesaría seguir aquí. Ser artista es algo profundo. Es una
responsabilidad que hay que saber llevar, un modo de estar en la vida.
Conversar con los verdaderos artistas es aprender a entender las cosas que nos
suceden. Yo empecé por ahí y todavía es lo que más me pierde. Charlar con
Ignacio Tovar, Pepe Soto, Gerardo Delgado, Luis Gordillo, Chema Cobo, Pierre
Gonnord o Gonzalo Puch es una experiencia impagable por la que merece la pena
dedicarse a esto. Sencillamente, es tener la oportunidad de conocer desde
dentro y muy cerquita gente que de verdad sabe y puede enseñarte a mirar con
actitud el mundo que nos rodea.
Con los demás, galeristas, críticos, comisarios, periodistas, técnicos,
gestores culturales, directores de museos…tengo una relación inmejorable. No
pongo ninguna pega porque me dan mi sitio y me tratan con profesionalidad, una
sensación que es recíproca en todos los casos. Entiendo que todo el mundo hace
su trabajo lo mejor que puede, por eso respeto sobremanera la labor de los
demás e intento apoyarles en lo posible desde mi posición. Con algunos tengo
mucha confianza y con otros no tengo apenas trato, la horquilla es amplia.
Vamos, lo normal de cualquier gremio donde la gente más o menos se conoce. De
todos modos tengo que decir que en general, me siento afortunado de poder
participar de algo que me apasiona y me descubre siempre cosas nuevas. Quizás,
por mencionar a un comisario importante en mis inicios, destacaría a Paco del
Río, una persona con la que he tenido una relación especial; además de por su
apuesta apasionada por los artistas jóvenes, por el apoyo que me mostró y
demostró desde que nos conocimos. Paco ha sido una figura clave en el arte
contemporáneo de Andalucía de la última década, de las personas más lúcidas y
conscientes de la realidad. Era de los pocos que se esforzaba en lo sustancial
y evitaba lo superficial. Sus exposiciones más que simples muestras eran
proyectos en el amplio sentido del término. Paco pensaba en perspectiva a medio
y largo plazo, invirtiendo en apuestas de largo recorrido que daban frutos con
los años y no réditos fáciles o de corta duración. Por poner un ejemplo, él
apostó antes que nadie por la fotografía de Dionisio González, Juan del Junco,
Carlos Aires, Miguel Ángel Tornero o José Guerrero, jóvenes autores que apenas
estaban comenzando y eran poco conocidos o incluso desconocidos. Ése es el
camino, prever con conocimiento y criterio… Por eso Paco es -y seguirá siendo
siempre-, un ejemplo para la gente nueva que nos incorporamos al arte
contemporáneo.
FVM: Hablando un poco de tu
relación con la Fundación Valentín de Madariaga, ¿podrías contarnos un poco
cómo ha sido la experiencia en tu paso por aquí?
SD: Ha sido una experiencia magnífica -tanto en lo docente como en lo
curatorial- que me ha hecho ser mejor y aprender mucho. No puedo decir otra
cosa y sólo puedo tener hacia ellos palabras de gratitud. Estoy sumamente
agradecido a la Fundación Valentín de Madariaga por la oportunidad que me ha
brindado de poder desarrollar este amplio proyecto diversificado en tres líneas
principales: un curso sobre comisariado, una exposición (de cierto riesgo) y
una guía sobre fotografía andaluza. Me han dado toda la cobertura posible sin
poner inconvenientes, respetando mis decisiones y mi criterio desde el primer
día hasta el último. Las expectativas eran altas por ambas partes, pero creo
que se han cumplido los objetivos y por eso espero seguir colaborando con ellos
en sucesivas fechas. En todo caso, hay que añadir que todo me resultó muy fácil
porque su personal es magnífico en lo humano y lo profesional, así que desde el
principio hubo sintonía y las sinergias se potenciaron mutuamente.
Me gustaría también agradecer a los treinta alumnos del curso de
comisariado su disposición y talante. Ha sido un grupo tan bueno que yo he
aprendido tanto de ellos como supongo ha sido a la inversa. En el aula había
profesionales contrastados (diseñadores, comisarios, arquitectos, profesores de
universidad, montadores, transportistas, artistas….) que han logrado subir
mucho el nivel de las clases. Yo sólo les he transmitido entusiasmo y ganas de
conocer, ellos me han dado a mí razones para seguir enseñando y motivos para
hacer otros cursos e implicar a otras personas. Se han comprometido tanto o más
que yo con la exposición y han disfrutado tanto o más que yo con la exposición
y el trabajo. Ésa es mi recompensa verdadera, conseguir que la gente además de
aprender… disfrute del arte contemporáneo.
FVM: ¿Podrías comentarnos futuros
proyectos que tengas en mente e incluso en marcha?
SD: Por suerte, los últimos tiempos están siendo intensos para mí y aún tengo
todavía muchas cosas pendientes para este año, el próximo e incluso más allá.
En arte contemporáneo, como no puede ser de otro modo, se trabaja con mucha
antelación. Aunque no me gusta hablar de los proyectos futuros, sí puedo decir
que tengo abierto varios frentes en los que estoy inmerso. Algunos están más
avanzados y otros cambiarán o se modificarán, a lo mejor alguno se cae y llega
otro nuevo…pero en general no me puedo quejar de los requerimientos que recibo,
que habitualmente son más de los que asumo. Prefiero no hacer muchas cosas y
centrarme sólo en las que realmente disfruto y me ayudan a crecer. Entiendo que
el camino es largo y que la clave está en aprender sin perder la ilusión, el
entusiasmo ni las ganas de seguir haciendo. Yo tengo la suerte de poder
aprender al mismo tiempo que trabajo, y eso me motiva. Sé, y soy muy
consciente, que los tiempos están difíciles, por eso me alegra más si cabe
constatar que hay instituciones públicas y privadas que creen en mí y en mi
modo de hacer las cosas, señal de que lo que he realizado hasta ahora ha
convencido a aquellos que confiaron en mí.
A nivel editorial estoy terminando de escribir una monografía sobre el
trabajo de Aaron Lloyd, un texto para la próxima exposición de Luis Gordillo en
el CAC Málaga y espero publicar antes de acabar 2012 un libro sobre The Richard Channin Foundation, además
de ser el editor de una Guía sobre la
fotografía andaluza actual que verá la luz en próximas fechas. Con respecto
al comisariado, mi próxima exposición será a principios de verano en La Naval, Cartagena (Murcia), uno de los
espacios más singulares y con más encanto de nuestro país. También estoy
embarcado en un par de proyectos con el Ayuntamiento de Sevilla, uno en
colaboración con la Comunidad de Madrid. De igual modo, y eso me hace mucha
ilusión, este año me he incorporado al Comité Técnico de Estampa Arte Múltiple, donde soy responsable general de todo lo
concerniente a fotografía, que será en la próxima edición la gran apuesta de la
feria. En esa misma línea, en mayo y septiembre dirigiré unas jornadas sobre el
presente y el futuro de la fotografía en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Aunque aun está por definir, he apalabrado también un comisariado internacional
con la Fundación Mario Maya y el Instituto
Cervantes que debemos concretar en próximas fechas. Por ahí tengo alguna cosilla
más que no quiero desvelar hasta que se concrete de manera definitiva….
FVM: Conociendo tu trayectoria se observa que has
trabajado mucho con la fotografía y que la mayoría de tus proyectos
comisariados se vinculan a esta disciplina…
SD: Eso es
cierto, pero no porque me interese más que otras facetas de la creación, sino
porque es el medio que mejor responde a nuestro tiempo, deudor en gran parte de
los desproporcionados avances tecnológicos que hemos vivido en las dos últimas
décadas. La versatilidad y capacidad rizomática de la fotografía la convierten
en un género expansivo y en continuo crecimiento. Me interesa su vivacidad, su
canibalismo, su inasible condición indefinible, su mutabilidad orgánica, su
popular uso y masificación, su fácil interpretación, su instantaneidad
comunicativa, su infinita capacidad de reproducción…..Ahora bien, eso no es
óbice para que me vuelque con otras expresiones como la pintura, cuya esencia,
al contrario que la fotografía, ha permanecido prácticamente inmutable en el
último medio siglo. En pintura se avanza menos porque no se trata de descubrir
nuevas sendas arropadas en elementos externos como la tecnología, sino de
profundizar en sus conceptos hasta descollarlos. Después de autores como
Picasso, Rothko, Robert Ryman, Cy Twombly, Sigmar Polke o Gerhard Richter, poco
más se puede decir en los significados propios de la pintura como lenguaje.
Otra cosa es su expansión hacia otros terrenos que le son propios como la
materia, caso de Tàpies, o lo tridimensional, caso de Robert Rauschenberg. Hoy
cambian las condiciones y las circunstancias de los pintores, que aportan con
su gesto nuevas vibraciones y nuevos misterios, pero la esencia del lenguaje
sigue estando ahí, inalterable.
En el
fondo, el medio me da bastante igual, lo que realmente me interesa es el uso
que el artista hace de él. Me fascinan por ejemplo los precoces trabajos
fotográficos de David Hockney o Luis Gordillo, pintores que a través de la
experimentación y el desprejuicio logran reinventarse cada día y hacer crecer su
obra, desprenderse de lo acomodaticio para trascender arriesgando, que es el
único modo verdadero de trascender. No me gustan las valoraciones taxativas ni
los purismos, el mundo camina por suerte hacia la mezcla, hacia la diversidad,
y eso nos enriquece sencillamente porque nos hace más comprensibles y
respetuosos con lo ajeno. Entendiendo esto, comprenderemos muchos de los
designios del arte venidero, que cada vez estará menos seccionado y participará
de mayores características comunes.